Lic. María Alicia Kaul
El Fuego:
Al iniciar mi trabajo mostraré un breve pantallazo sobre el simbolismo atribuido al fuego en distintas culturas. “Los chinos utilizan una tableta de jade rojo, llamada Chang, empleada en los ritos solares que simboliza el elemento fuego. En relación con este sentido solar de la llama aparece el fuego en los jeroglíficos egipcios, como asociado a la idea de vida y salud (calor en el cuerpo)…Los alquimistas conservan el sentido dado por Heráclito al fuego “como agente de transformación” pues todas las cosas nacen del fuego y a él vuelven. Es el germen que se reproduce en vidas sucesivas (asociado a la libido y a la fecundidad)…Para la mayor parte de los pueblos primitivos, el fuego es un demiurgo y procede del sol, es su representación sobre la tierra…Sin embargo las investigaciones antropológicas han dado dos explicaciones de los festivales ígnicos (perpetuados en las hogueras de San Juan, en los fuegos artificiales, en el árbol iluminado de navidad): magia imitativa destinada a asegurar la provisión de luz y calor del sol o finalidad purificatoria y destrucción de las fuerzas del mal, pero estas dos hipótesis no son contradictorias sino complementarias. El triunfo y la vitalidad del sol es victoria contra el poder del mal (las tinieblas).
La idea de Heráclito, del fuego como agente de destrucción y renovación, se halla en los Puranas de la India y en el Apocalipsis…Tomar el fuego o darse a él es el dualismo situacional del hombre ante las cosas. Sugiere el anhelo de destruir el tiempo y llevarlo todo a su final. Según Mircea Elíade es símbolo de trascender la condición humana.
En la Amazonía los Bororo (matrilineales)se oponen a los Sherenté (patrilineales) mas completamente que a ninguna tribu Ge y acaso por esta razón hay una notable simetría entre los mitos de estos dos grupos. Ambos tratan simultáneamente al agua y al fuego. Los Sherenté lo que mas temen es que el sol irritado deseque y consuma la tierra. Los Bororo viven bajo el signo del agua (matrilineales) y para ellos hay una serie de mitos acerca del origen del fuego que hace que sea apagado por la lluvia, es decir suscitan el agua para hacer del héroe el amo del fuego. Sus mitos referentes al tránsito de la naturaleza a la cultura asocian agua y fuego para atribuirles funciones opuestas: agua mayor que fuego/ fuego mayor que agua; agua celeste y maléfica/ agua terrestre y benéfica; hogar culinario/ hoguera funeraria. Etc.”
Mito Mapuche.
Los Mapuches “gente de la tierra”, por “mapu” tierra y “che” gente, ocupaban gran parte del cono Austral de América del Sur, que abarcaba la parte Central de Chile y Argentina. Para ellos tenían gran importancia los puntos cardinales y orientaban la construcción de sus rucas según éstos. Así la puerta principal se abría hacia el Oriente; sus cobijas tenían la cabecera hacia la salida del sol porque esta ubicación daba vida y estaba protegida por los espíritus bienhechores.
“La historia aborigen de Chile Austral tuvo dos grandes corrientes de poblamiento humano desde hace 12000 años: los cazadores terrestres de las áreas esteparias de la cordillera de los Andes y los habitantes del medio boscoso de los Archipiélagos. Estos grupos nómades con el paso de los siglos constituyeron dos etnias: la Tehuelche denominada por su propia gente aonikenk asentada entre el río Santa Cruz (actual Argentina) y Tierra del Fuego y los Onas o Selknam que poblaron las estepas y los bosques de Tierra del Fuego”. (Julia .Lauzón) Subsisten solo los Mapuches que viven en Chile, ya que los llamados “Pampas” fueron exterminados en su mayoría por las campañas en su contra siendo la última la dirigida por el General Roca en 1879.
En Chile se considera que el total asciende entre 200.000 a 500.000 (aunque son cifras inseguras), estos pueblos mantienen el lenguaje, ritos y costumbres, si bien no alcanzaron a tener lenguaje escrito. En su sistema de valores el estatus de autoridad, se basaba en las características de personalidad de la cabeza o lonko; eran muy apreciados valores como la edad, la elocuencia y la prudencia. Otra institución, el toki, guerrero de mayor prestigio que asumía el liderazgo, finalizaba su poder cuando desaparecía el conflicto. Los Tokis cohesionaban grandes grupos e hicieron fracasar las invasiones incaicas y españolas (1598). Eran reacios culturalmente a conceder representación legítima a personas e instituciones, lo que fue un arma muy eficaz para mantener su vitalidad e independencia cultural. Durante la Colonia manipularon su sistema social reforzando el poder del lonko, transfomándolo en cacique, desvirtuando el sistema tradicional de poder de esta etnia y convirtiendo al que lo detentaba en un verdadero funcionario de la Corona (segunda mitad del siglo XIX).
El copihue (Flor nacional de Chile) junto a otras flores de sabor agradable como el coguil, la quilineja, el poe, con bayas, piñones y lianas constituían su base de alimentación. El copihue figura entre sus plantas sagradas, para los guerreros era emblema del valor y la libertad y para los jóvenes representaba el espíritu tutelar de sus amores, sus guirnaldas era el adorno mas atrayente de sus viviendas, representando felicidad y virtud en las fiestas matrimoniales.
Mito de las Lamparitas
Cuéntase que el Huecufü (brujo al que obedecen los espíritus malignos) que habitaba en los altos picachos, descendía a los valles para embriagarse con el “mudái” especie de chicha que robaba a los indios. Para no extraviarse durante el regreso le pedía a su amigo el Cheruve (espíritu del fuego) una tea y a cambio el le traería una indiecita (este gigante se robaba a las niñas para devorarlas, si le negaban una víctima, se vengaba secando los ríos y sentándose sobre peñascos para hacer temblar la tierra). Así colgaba de los bosques miles de campanitas encendidas con el fuego de las cimas de los volcanes, mas como volvía bastante ebrio, las dejaba prendidas en los senderos de la montaña. Pero un día fue vencido por los espíritus protectores (animales del aire, la tierra, el agua y las selvas) unidos a jefes y campesinos que decidieron arrebatarle sus lámparas para que no volviese mas. Aunque suplicó poder llevar sus luminarias para alumbrarse en el destierro, no fue oído. He aquí el motivo, por qué, quedaron las rojas flores del copihue colgando como campanitas en la espesura de las selvas”.
Reflexiones sobre el Mito de las lamparitas
En este mito, el espíritu maligno, Huecufü, se asocia al Cherube (espíritu del fuego) en contraposición a los espíritus protectores o benignos que en este caso deciden arrebatarles el fuego para evitar sus tropelías; la lucha entre el bien y el mal que culmina en la transformación del fuego en la flor del copihue; el fuego volcánico, convertido en luminaria, luego en alimento nutricio y fuente de belleza.
Es decir el concepto del fuego como agente de transformación (concepto de Heráclito, del Apocalipsis y que es retomado por Freud) representaría el acceso a los procesos sublimatorios, como toda vez que se renuncia a lo pulsional en aras de un bien cultural; en este caso la victoria de las fuerzas del bien sobre el mal; desde Klein podríamos verlo como el acceso a la posición depresiva y los procesos de integración prevaleciendo sobre los esquizo-paranoides y desintegrativos.
El que los espíritus bienhechores unidos a jefes y campesinos vencieran al Huecufü es isomórfico con el funcionamiento de sus organizaciones, en donde como valor supremo lo que jerarquiza al individuo, lo transforma en líder es su conducta y virtudes al servicio del bien común.
Mito del Pombero
Los Guaraníes que gestaron este mito ocupan el noreste de nuestro país, poseyendo el tronco lingüístico Tupí-guaraní que también conforma una etnia. Aun perduran 4 grupos: los Mbyá, los Paí-Taviterá, los Avá-Chiripá y los Chiriguanos que han emigrado hacia las provincias Andinas y Chaco (Se extienden hacia Salta, Jujuy, Formosa, Chaco, Santa Fe, Norte de Buenos Aires, Entre Rios, Corriente y Misiones. ((López Breard)
“Para el Guaraní la palabra lo es todo y “todo”, para el es palabra. La historia de un guaraní es su palabra, y la palabra en su más alto grado es el canto. El canto –los cantos- que cada Guaraní ha recibido de “Los de arriba” son su ser, su identidad y su prestigio; si entre ellos hubiera poder, serían su poder .En sus rebeliones, recurrían al canto para decir su libertad. Es a través de la palabra como va construyendo su personalidad (Nimïendajú).
Entre los indios de más de 40 años son excepción los que no poseen ningún canto ritual. Así el ideal del hombre y la edificación de su prestigio se identifica con una creación poética. La valoración de éstos no se hace por sus cualidades físicas ni por sus bienes materiales, sino por los “cantos”. El modo de su decirse es el que le da la dimensión de su modo de ser. Consigue su canto, a través de la palabra poética que lo identifica ante si mismo y ante los demás y se manifiesta en el sueño, es un transformador poético de su sueño, el trabaja su sueño con disciplina y seriedad, cuando siente que ha llegado a la perfección, ya no muere, porque tampoco muere su palabra. Consiguió palabras hermosas, buenas; lo consiguió todo.”(Bartomeu,M; S.J.).
El Pombero es quizás el mito más popular y con plena vigencia en los estratos del folklore, aparecen nítidamente elementos del duende vigente en toda América; es una modificación del Yasí-yateré (criatura rubia de poderes sobrenaturales,ventrílocuo, al que le gusta jugar con niños). Es muy peludo hasta en la palma de las manos y planta de los pies, lo que le permite caminar sin ser descubierto. Remeda el canto de todas las aves, son expertos en prepara elíxires con hierbas y mieles. (Kaul, Grünwald,G).
El mito del Pombero
Desde cientos de años atrás los Akahendy o Pomberos merodean los poblados guaraníes con la esperanza de engendrar en una mujer bella para mejorar las características de su raza; como nunca descubrieron la forma de hacer fuego, en las noches oscuras roban los tizones de los fogones y los llevan a sus poblados.
Pueblo rencoroso marcan a sus víctimas tocándolas con sus velludas manos, una caricia imperceptible que provoca un escozor de extraña sensación en las niñas y las hace amigas de las sombras para siempre. Son mas veloces que el viento y para no ser descubiertos se mimetizan como si fueran ñandúes empollando o matorrales.
“Guayraverá siente los primeros síntomas del parto y en la medianoche nace una niña, Itivere, su padre, siente un silbido, sale a ver y un tizón encendido sale del poblado a gran velocidad, los Pomberos le han robado el fuego de la vida a su pequeña, el sabe que el fuego de la vida ya no le pertenece… La niña crece, su padre trata de seguir sus movimientos pero al menor descuido se pierde de vista prefiriendo los lugares oscuros.
Una tarde en que escapa a la vigilancia del padre se le acerca un duende y le dice:”Si te gusta la sombra y oscuridad de los montes, entonces también te gustará la miel tanto como a mí”. La niña acepta la miel y se hace amiga de Timbé aceptando sus brebajes. Iramara es una hermosa adolescente y ya está lista para la gran expedición de la que siempre hablan cuando están juntos. Partir a tierras lejanas, abandonar la aldea a la que nada ni nadie la ata, ella lo siente en su sangre joven en la que el deseo empieza a bullir, no solo por el desarrollo natural sino sobre todo por los brebajes de Timbé.
Sus padres se han vuelto taciturnos de tristeza. Su hija los desprecia, no contesta a sus preguntas se encierra en un ensimismamiento en que ellos ven el fin. Por ello deciden irse de la aldea y arrancarla de los Pomberos, pero éstos deciden lo mismo. Madre e hija duermen mientras su padre vigila pero la noche no duerme, un descuido apenas e Iramara se ha ido, le han dado sumos mágicos y parte siendo rodeada por los akahendy para ser fecundada en estado de sopor. Su padre reúne a la tribu y va a buscarla, al llegar la toma en brazos e incendia todo, pero la niña luego muere y sus padres después mueren de tristeza.”
Reflexiones sobre el Pombero o Akahendy
Consideramos que los Pomberos que habitan en la oscuridad de la selva representan al instinto. Al crecer Iramara los Pomberos la tocan provocándole “un escozor de extraña sensación” así poéticamente el mito devela su significado; la excitación emerge en la niña y esta sigue su irresistible llamado pues se ha transformado en una adolescente, “está lista para la gran expedición”; la niña debe morir, como así también los padres de la infancia para dar lugar a la mujer; la muerte para la cosmovisión guaranítica marca un comienzo, no un final.
Aberasturi y M. Knobel dicen:”El adolescente busca refugio en su mundo interno para poder reconectarse con su pasado y desde allí enfrentar el futuro, perder su identidad de niño para buscar una nueva identidad. No solo él padece este largo proceso sino que los padres tienen dificultades para aceptar el crecimiento a consecuencia del rechazo que experimentan frente a la genitalidad y a la libre expresión que surge de ella”. Desde su nacimiento los padres saben que esa vida no será una posesión de ellos (el fuego de la vida les ha sido robado al nacer).
Lo efímero de la infancia queda demarcada, hay un saber de lo inexorable del crecimiento: “se encierra en un ensimismamiento en que ellos ven el fin”, es decir el repliegue hacia el si mismo y la confrontación necesarias a la construcción de un self discriminado.
Hay asimismo una alusión explícita al tema del conocimiento pues Iramara “siente una atracción irresistible por partir a tierras lejanas, irse por los caminos del monte”…es decir emprender el desarrollo de su propia vida, hacia lo desconocido, hacia el devenir de nuevos vínculos. Meltzer se pregunta ¿Qué es el conocimiento? Y nos dice “que el conocimiento no se logra a través de la percepción del mundo externo, sino que es algo creado a través del significado del mundo interno” y es Bion quien “destila el significado de ese mundo interno a partir de las vivencias emocionales. En foca su atención en la emoción, como la fuente, el manantial del pensar”. Las tierras lejanas de la joven son el contacto con una interioridad nueva, poblada de profundas emociones en las que abrevarán sus fantasías adolescentes.
Los Pomberos son destruidos por el fuego, es decir con la pasión que desatan y se dispersan en distintas tierras emergiendo en los lugares donde se los nombra. Este nombrar, invocar al Pombero supone un reconocimiento de su existencia, en este sentido simbolizan lo eterno e indestructible, lo permanente en cada ser humano.
Los padres queriendo huir con Iramara representan el no cambio, el aferramiento al pasado que de concretarse implicaría el ataque potencial de éstos a la fertilidad de la hija en el impulso a que permanezca como niña negando su crecimiento, intentando detener el paso del tiempo al querer retenerla como si les perteneciese, es decir la prevalencia de lo narcisístico sobre lo vincular.
Considero que el mito escenifica la lucha interna de los padres por perpetuar la infancia reteniendo a la niña; la misma lucha se libraría en Iramara quien debe efectuar el tránsito a la madurez, seguir al Pombero, al instinto en tanto expresión de la pulsión al servicio de la vida, acceder al futuro con la intrínseca incertidumbre del conocimiento.
Similitudes y Diferencias
Tanto el “Cherube” (espíritu del fuego) como el Pombero roban a las jóvenes indígenas, en ambas etnias, para evitar sus tropelías los indios eluden sus furias mediante festividades rituales y a través de ofrendas (mudai en el caso de los mapuches; mieles, hierbas y tabaco en el del Pombero).
Podría pensarse que este desagravio simboliza los esfuerzos del yo (mecanismos reparatorios, de desplazamiento, represión etc.) para controlar los impulsos del ello. El control instintivo, es efectuado a fin de que ante la concepción de un nuevo bebé, aparezca su genitor a fin de brindarle mayor protección.
Ambos, Cherube y Pombero, representarían al instinto, que cobra plena fuerza y vigor en la adolescencia, posesionándose de las jóvenes. En ese sentido es interesante el paralelismo entre la estación primaveral en que acontece dicho hurto (cuando florece el copihue en la espesura de los bosques) y la primavera de la vida humana que es la adolescencia.
Asimismo los espíritus protectores que vencen a los dioses malignos (figura combinada de los padres en coito creativo según Meltzer) simbolizarían el triunfo de la vida, la procreación, es decir la vitalidad del sol triunfando sobre las tinieblas.
Freud en “Sobre la conquista del fuego” dice:…”la adquisición del fuego es un sacrilegio; se lo consigue por robo o hurto. Este es un rasgo constante de todas las zagas sobre la adquisición del fuego, se lo encuentra entre los pueblos más diversos y alejados y no solo en la zaga griega de Prometeo quien engaña a Zeus en beneficio de los hombres…Prometeo es encadenado a una roca y un buitre le devora el hígado día tras día. Los antiguos consideraban el hígado como la sede de todas las pasiones. En relación al dador del fuego, había practicado una renuncia de lo pulsional y mostrado cuan indispensable es para un propósito cultural pero también el rencor que la humanidad debió sentir hacia el héroe cultural” (Tomo XXIII, pags.174-176). El análisis de Freud se refiere a la sublimación, como renuncia de lo pulsional, a fin de propender al desarrollo cultural de los pueblos. Los padres deben ceder al deseo de posesionarse de los hijos. El Pombero y el Cherube por medio de la posesión del fuego y la carnal (posesión de jóvenes bellas para mejorar las características de su raza) entrañan el concepto de cambio propio de la salida de la endogamia hacia la exogamia; el acceso a los procesos sublimatorios.
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