Desde hace unos años asistimos a un incremento notorio del fenómeno del tatuaje. La marca auto infligida con pigmento en la superficie corporal es muy antigua. Se han reconocido tatuajes en momias egipcias datadas de 5000 años de antigüedad. Estas marcas han tenido valor ritual, de identificación a grupo, de pertenencia a subsectores de la cultura. Restringidas a ciertos universos y con cierta reglamentación. Recientemente el fenómeno se ha hecho masivo y extensivo, rebasando las franjas culturales y etarias en las que habitualmente se lo encontraba.
El acto de tatuarse puede remitir a muchos fenómenos psíquicos. Marca simbólica de pertenencia, mensaje al otro, identificación por “contagio”,etc.
Lo que se pretende desarrollar en esta ponencia, es teorizar sobre esta marca dentro del universo de los tatuajes, que no tiene un argumento ni está claramente dirigida a otro. A través de un caso clínico de un joven de 18 años con intento de suicidio, con una “marca muda” (tatuaje en su pierna), se trata de elucidar el estatus de esa marca. Desarrollando los conceptos analíticos de acting, pasaje al acto y función paterna.
El “tatuaje mudo” no está dirigido a otro, ni hace lazo social ya que no se encuentra articulado a ningún discurso. Es mudo, y como en el caso clínico ilustrado, antecede al acto. Es un fenómeno dentro del fenómeno ahora masivo del tatuaje y es preciso, en el sentido terapéutico, “hacerlo hablar” en función de articularlo a un discurso y al Otro de la cultura.
Dr.: Héctor Ortiz Paoletti
Agosto 2019
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